Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)

El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, conocido como TDAH, es el trastorno del desarrollo neurológico más frecuente en la infancia y la adolescencia. Concretamente altera el proceso de maduración de diferentes áreas del cerebro, afectando su actividad y función. El TDAH se caracteriza principalmente por:
 

  • Déficit de atención. Dificultad por enfocar y mantener la atención.
  • Hiperactividad. Problemas para controlar el movimiento.
  • Impulsividad. Actuar sin considerar las consecuencias.

Se desconocen las causas del TDAH, pero es posible que este trastorno del neurodesarrollo se deba a la interacción de factores biológicos y psicosociales como:
 

  • Factores genéticos. Tener hermanos o hermanas con TDAH multiplica por 5 el riesgo de padecerlo.
  • Algunas infecciones o consumir sustancias tóxicas, como tabaco o alcohol durante el embarazo, pueden favorecer el TDAH en el hijo o la hija.
  • Nacer de forma prematura.
  • Padecer complicaciones durante el parto.
  • Sufrir maltrato físico o psicológico a lo largo de la infancia.

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

Los síntomas suelen iniciarse antes de los 12 años y pueden persistir en la adolescencia y la edad adulta. Algunos de los síntomas relacionados con el déficit de atención son:

  • Se distrae con facilidad al más mínimo estímulo.
  • Olvida las cosas con frecuencia.
  • Parece no escuchar cuando se le habla directamente.
  • Le es difícil seguir órdenes e instrucciones.
  • Tiene problemas para organizarse y terminar tareas encomendadas.

Síntomas relacionados con la hiperactividad:

  • Corretea constantemente, es incapaz de estar quieto/a.
  • No para de hablar. Hace comentarios inapropiados.
  • Tiene dificultad para mantenerse sentada o sentado en clase.

Síntomas relacionados con la impulsividad:

  • Responde antes que termines de hacerle la pregunta.
  • Es muy insistente.
  • Es impaciente, incapaz de esperar su turno.
  • Interrumpe, se entromete en conversaciones o juegos.
  • Tiene dificultad para controlar las emociones.
  • Tolera mal la frustración.
  • Se resiste a la disciplina.

En definitiva, son comportamientos que normalmente asociamos con la etapa infantil, pero en el caso del TDAH son más intensos, se manifiestan en la mayoría de ambientes y se prolongan en el tiempo.

 

Cuidados y recomendaciones

¿Cuál es el tratamiento del TDAH?

El TDAH es un trastorno con tendencia a la cronicidad, por lo que el tratamiento se debe ir adaptando según la edad de la persona que lo padece. Por ejemplo, los síntomas físicos de hiperactividad se reducen en la adolescencia, pero en esta etapa puede ser más evidente la baja autoestima y la desorganización en las tareas.

Por tanto. el tratamiento también debe ser individualizado y su objetivo es reducir los síntomas y educar al menor y a su entorno familiar sobre el TDAH para que puedan ir haciendo las adaptaciones necesarias.

El tratamiento del TDAH incluye tratamiento psicológicopsicopedagógico y, cuando es preciso, farmacológico. El abordaje con terapia farmacológica no suele indicarse antes de los 6 años.

El seguimiento periódico resulta vital con el fin de valorar la evolución del trastorno y las dificultades asociadas desde la perspectiva del paciente (y de la familia, en el caso del niño). Además, es necesario hacer un seguimiento para valorar la eficacia del fármaco, así como vigilar los efectos secundarios y hacer las derivaciones pertinentes.

 

Si tu hija o hijo tiene TDAH, puedes ayudarle adoptando las siguientes medidas:

  • Establece horarios para seguir una rutina.
  • Ayúdale a organizarse y fomenta sus habilidades sociales.
  • Busca el equilibrio entre un exceso de autoridad y la permisividad. Sé dialogante.
  • Dale reglas sencillas de cumplir y asegúrate de que las comprende.
  • Refuérzale positivamente y de inmediato las conductas adecuadas. Ofrécele alternativas ante comportamientos inadecuados.
  • Evita los castigos y la crítica constante para mejorar su autoestima.
  • Supervisa activamente su comportamiento, sin menguar su independencia y responsabilidad.
  • Fomenta que realice ejercicio físico y deportes
  • Enséñale a desarrollar hábitos de vida saludables como: rutinas que favorecen el sueño para evitar conflictos antes de ir a dormir, o eliminar o reducir el consumo de alimentos o bebidas con aditivos que no les ayudan a tener un buen estado de salud.


Una persona recién diagnosticada de TDAH necesita apoyo y comprensión de su entorno para comprender y aceptar el diagnóstico, pero también aprender a convivir con este problema y manejarlo adecuadamente. Al mismo tiempo, la familia necesita llevar a cabo un proceso de adaptación y desarrollar nuevas estrategias para lidiar con situaciones que en ocasiones pueden parecer inasumibles. Por ello es importante que:

 

  • Expliques de manera sencilla qué es el TDAH.
  • Des continuidad al afecto y la percepción de seguridad.
  • Evites comparar el comportamiento de tu hijo o hija con otras personas de su entorno. Cada persona es diferente y tenemos que promover su autoestima.
  • Normalices la situación lo más pronto posible y especialmente en su entorno inmediato. Es recomendable que le expliques que recibir este diagnóstico no modificará radicalmente su vida. Es bueno indicarle que va a ser necesario adoptar una serie de estrategias para hacer las mismas cosas de siempre, pero de una manera diferente.
  • Crees espacios para hablar y poder responder las preguntas que pueda tener o escuchar sus preocupaciones
  • Evites estigmatizar al niño o niña o reduzcas o detectes sentimientos de culpa. El trabajo conjunto con el centro educativo es muy importante para reducir el riesgo de recibir etiquetas y contar con el apoyo necesario.
  • Aprende a aceptar nuestras limitaciones como cuidadores y a lidiar con nuestras dudas. Puede ser de gran ayuda buscar el apoyo y asesoramiento a través de asociaciones de familias con hijas o hijos con TDAH.
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